Historia
Centenario de la
Revolución Rusa
Los bolcheviques y las
reivindicaciones feministas: una relación tumultuosa
Marijke Colle
Gauche Anticapitaliste,
13-12-2017
Traducción de Viento Sur
Fue una manifestación de
mujeres la chispa que, en febrero de 1917, hizo estallar la revolución rusa. No
obstante, las reivindicaciones feministas estaban lejos de ser una de las
principales preocupaciones de los dirigentes revolucionarios de la época. El
torbellino de la revolución trajo la emancipación de las mujeres rusas… antes
de un rápido retorno al modelo tradicional de la familia.
El 13 de marzo de 1881,
después de diez intentos, el zar Alejandro II cayó asesinado. Sofía Lvovna
Peróvskaya ayudó a organizar el atentado. La condenaron a muerte junto con
otros y otras conjuradas y murió en la horca el 15 de abril en San Petersburgo.
Militaba en la organización terrorista revolucionaria Naródnaya Volia (voluntad
popular), cuyos miembros eran conocidos por el apelativo de narodniki. Querían
servir al pueblo, sobre todo a los campesinos pobres.
El movimiento esperaba
hallar una vía específicamente rusa hacia la revolución y aspiraba a crear una
sociedad en la que la soberanía residiera en pequeñas unidades económicas
autónomas que abarcaran diversas aldeas y se unieran en una confederación que
sustituyera al Estado.
Vera Sasúlich (1849-1919)
se unió a los narodniki siendo estudiante, en 1880 emigró y fue a colaborar con
Gueorgui Plejánov (1856-1918), con quien fundó el primer grupo marxista del
movimiento obrero ruso. Ambos preconizaban la creación de un partido proletario
revolucionario y por tanto se oponían desde entonces a la estrategia de los
narodniki.
La Rusia de esa época,
bajo el régimen zarista, era un país atrasado y en gran medida todavía feudal.
En 1861, el zar Alejandro II había decretado la emancipación de los siervos.
Cada campesino recibió un lote de 3,5 deciatinas (unas cuatro hectáreas),pero
esta concesión no fue gratuita: había que comprar la tierra, pagándola en 49
anualidades al Estado, que, a su vez, adelantaba la suma a los propietarios.
La revolución de 1905
Esta comenzó el 22 de
enero durante el domingo rojo y condujo diez meses después a la promesa de una
constitución. Durante la revolución, toda la sociedad está en movimiento y en
ebullición. Las mujeres también participan. Se constituye un feminismo burgués
que plantea reivindicaciones relacionadas con la emancipación de las mujeres:
derecho de voto, salario igual, educación… Los partidos socialdemócratas [los
revolucionarios de la época] apoyan estas reivindicaciones, pero rechazan toda colaboración
o alianza con las feministas burguesas. No hay ningún intento de analizar en
profundidad la concepción feminista burguesa de la opresión de las mujeres. La
menor manifestación de interés por los problemas de las mujeres o la menor
intervención en dirección a las mujeres se asimilan al feminismo burgués.
En el primer Congreso
panruso de mujeres, celebrado en 1908, Alexandra Kollontai forma un grupo de
trabajadoras que participan en él. Kollontai cuenta en sus esfuerzos con el
respaldo de Lenin. El comité central del partido vota una resolución a favor de
organizaciones políticas y sindicales separadas para las mujeres, pero esta
resolución no concreta nada sobre la naturaleza de estas organizaciones y se
convierte en papel mojado. La revolución de Octubre llega sin que el partido
socialdemócrata haya formulado una teoría sobre la organización de mujeres.
La condición de las
mujeres antes de la revolución de 1917
La gran industria moderna
en Rusia está muy concentrada: empresas gigantescas de más de un millar de
obreros representan el 41 % del conjunto de la clase trabajadora (17 % en EE
UU). Los capitalistas occidentales controlan en promedio el 50 % de las
inversiones. La burguesía rusa es débil y depende de las clases dominantes de
Inglaterra y Francia. La condición obrera es terrible. La patronal importa
familias obreras enteras y las aloja en humildes barracas o en dormitorios
improvisados cerca de las máquinas. La gran mayoría de los trabajadores son no
cualificados y en muchos casos analfabetos.
Si la condición de los
obreros es miserable, la de las obreras es todavía peor. Las mujeres
trabajadoras ganan en promedio el 50 % del salario de los hombres. En 1913, las
mujeres trabajan de 12 a 13 horas al día. En el sector de la confección,
trabajan de 13 a 14 horas y las vendedoras y encargadas de almacén tienen
jornadas de 16 a 18 horas. Las trabajadoras que se quedan embarazadas arriesgan
la vida, no existe la baja de maternidad y todos los años mueren 30 000 mujeres
durante el parto.
En Rusia, una mujer que
no recibe golpes de su marido es una excepción. La ley lo autoriza
expresamente. Las mujeres no tienen derecho a heredar, son legalmente
inferiores a todos los hombres adultos de la familia. En el mundo rural, la
mujer campesina no se diferencia mucho de una bestia de carga. En 1914, un
tercio de las mujeres saben leer, y este porcentaje es superior entre las
asalariadas. El acoso sexual en el trabajo es moneda corriente. Muchas mujeres
tienen que prostituirse para conseguir un empleo.
Participación en la
revolución
Las mujeres obreras ya
habían participado activamente en el movimiento revolucionario en 1905. Como
escribió Alexandra Kollontai (1872-1952): “El movimiento de las trabajadoras,
por su propia naturaleza, forma parte del movimiento obrero en general. […] La
participación en el movimiento obrero acerca a la obrera a su liberación, no
solo como vendedora de su fuerza de trabajo, sino también como mujer, esposa,
madre y ama de casa”. Sin embargo, también constató: “Tan pronto cesó la oleada
de huelgas y los obreros volvieron al trabajo, tanto en caso de victoria como
de derrota, las mujeres fueron de nuevo dispersadas y aisladas”.
El 23 de febrero de 1917,
con motivo del Día Internacional de la Mujer, varias columnas de mujeres
(estudiantes, empleadas, obreras del textil de los arrabales de Vyborg) se
manifiestan en el centro de Petrogrado para reclamar pan. Su acción recibe el
apoyo de los obreros, que abandonan el trabajo para unirse a las manifestantes.
Ante este movimiento popular y espontáneo, los raros dirigentes revolucionarios
presentes en Petrogrado se mantienen prudentes, considerando, como el
bolchevique Alejandro Shliápnikov (miembro del comité central del partido), que
se trata más de una revuelta de hambre que de una revolución en marcha.
En 1917, el 43 % de la
clase trabajadora eran
mujeres. Desde el
comienzo mismo de la revolución, las mujeres se organizan y publican sus
reivindicaciones. Mujeres de soldados forman comités y a comienzos de febrero
miles de lavanderas de Petrogrado se declaran en huelga y rompen de este modo
el consenso entre el gobierno provisional de Kerensky, los mencheviques y los
socialistas revolucionarios.
En marzo de 1917, en el
partido bolchevique resulta rechazada la propuesta de constituir una secretaría
de mujeres (¡únicamente con tareas técnicas y de propaganda!) a fin de
contrarrestar la propaganda de las feministas burguesas. Toda forma de
organización autónoma de las mujeres sigue considerándose un apoyo al feminismo
burgués.
Genotdel y organización no
mixta
La Conferencia de mujeres
celebrada en Petrogrado en otoño de 1917 rechaza una vez más una resolución a
favor de una secretaría de mujeres y hasta el Congreso de obreras y campesinas
reunido en Moscú en 1918 no se decide crear una red nacional de organización de
mujeres. Son las condiciones de la guerra civil las que favorecen una
intervención específica hacia las mujeres. Konkordiya Samoilova (1876-1921)
defiende en 1918 la convocatoria de conferencias separadas de mujeres porque en
las habituales reuniones mixtas no se podía hablar de los problemas de las
mujeres… debido a la escasa presencia de mujeres. De todos modos, esta
organización separada se considera una solución temporal.
Tras el Congreso de
obreras y campesinas de Moscú (1918) comienza la construcción de una red de
mujeres en todas las instancias del partido. Estos grupos de mujeres pasan a
denominarse departamentos (Genotdel) en 1919 y se les faculta para tomar
iniciativas organizativas con la apertura de locales en los pueblos y los
barrios, así como la edición de publicaciones específicas. Organizan reuniones,
defienden los intereses de la mujeres en el partido, los sindicatos y los
soviets.
Las bolcheviques van más
lejos en la práctica que en la teoría. Durante la guerra civil se organizan
conferencias de mujeres no afiliadas al partido y se celebran reuniones no
mixtas de delegadas para intervenir directamente en cuestiones que interesan a
las mujeres. Las delegadas obreras, campesinas y amas de casa son elegidas por
tres meses y reciben formación política para poder asumir responsabilidades en
el soviet local. El sistema de delegadas abarcaba al final a más de tres
millones de mujeres, pero nunca llegará a ser un movimiento social coherente e
independiente. El miedo a otorgar a los Genotdel demasiada libertad de acción
estará siempre muy presente.
La discusión se ceñirá a
la organización en el interior del partido bolchevique. No se planteaba la
posibilidad de un movimiento de mujeres fuera del partido, pues lo consideraban
burgués. Los bolcheviques no se liberarán jamás de la atadura del pensamiento
socialdemócrata alemán en este terreno: “No existe un movimiento específico de
las mujeres”.
Reivindicaciones de las
mujeres y labor legislativa radical
La nueva constitución del
joven Estado soviético instaura el matrimonio civil; se proclama de igualdad
entre hombres y mujeres; la ley deja de establecer diferencias entre hijas
ilegítimas y legítimas; se oficializa el divorcio de mutuo consentimiento o a
instancias de una de las partes sin necesidad de aportar pruebas o testigos. El
adulterio y la homosexualidad se eliminan del código penal y la autoridad del
cabeza de familia desaparece del código civil. Se reconoce el derecho de voto
de las mujeres. El nuevo código de trabajo incluye las bajas de maternidad, la
igualdad salarial, medidas de protección específicas de las mujeres; la jornada
queda limitada a 8 horas y la semana a 48 horas y se crean los seguros
sociales.
La socialización del
trabajo doméstico
Para Kollontai, para las
dirigentes del trabajo destinado a las mujeres y determinados dirigentes
bolcheviques, como Trotsky y Lenin, el cambio de naturaleza del trabajo
doméstico se producirá con la industrialización, el acceso de las mujeres al
mundo del trabajo y la socialización del trabajo doméstico. Esto se consideraba
una cuestión de importancia inmediata en la transición. La socialización del
trabajo doméstico mediante la creación de equipamientos comunitarios se
considera la medida principal para liberar a las mujeres. El partido se
pronuncia por la creación de comedores públicos, guarderías y parvularios.
En 1920 se promulga una
ley del aborto, pero este no se asocia a la cuestión de la contracepción como
mejor manera de evitar un aborto. La mayoría de médicos son favorables a la ley
del aborto, pero a menudo este derecho se concede a regañadientes. Las mujeres
que solicitaban un aborto por razones que no fueran la penuria material, eran objeto
de ataques. No había suficientes camas en los hospitales para los abortos y a
mediados de la década de 1920 se suspendió la investigación en materia de
contracepción por falta de créditos. El aborto se considera ante todo un
problema de salud pública, se señalan los riesgos de un descenso de la
natalidad y la peligrosidad de la operación. Después de 1921 no hubo nunca más
un debate en las organizaciones de mujeres sobre el aborto y el control de la
fecundidad por las propias mujeres.
La instauración de la NEP
Después del periodo de
comunismo de guerra, el país resulta vencedor, pero exangüe tras tres años de
guerra impuesta por el imperialismo. La Nueva Política Económica (NEP) impone
una drástica reducción del gasto público y la suspensión de los créditos para
equipamientos colectivos. Incluso se pretende suprimir los Genotdel, pero ante
las quejas masivas y tras un debate enconado en el Pravda, se decide
mantenerlos. Aparecen los mismos argumentos que se retomarán a finales de la
década de 1920 para cerrar los locales de los Genotdel.
Los Genotdel se debilitan
a partir de 1922. Inesa Armand y Konkordiya Samoilova están muertas. Krúpskaya
se dedica a otros problemas y Kollontai se va a Noruega. Las nuevas mujeres
dirigentes no tienen peso suficiente en un partido que no se interesa por los
debates teóricos en el terreno del feminismo. Se debilita la democracia
interna: seguir las órdenes de arriba y el deseo de hacer carrera conducen a la
pasividad política.
Algunas militantes, al
comienzo de la NEP, temen que el retorno de las mujeres al hogar y el abandono
de los equipamientos colectivos reinstauren los esquemas tradicionales de la
familia. Proponen crear un movimiento que agrupe a asociaciones que luchen
localmente por la instauración de un nuevo modo de vida. Sin embargo, la
mayoría de miembros de los Genotdel criticaron estas ideas como desviaciones
feministas.
Hacia finales de la
década de 1920, los Genotdel cambian de opinión sobre la cuestión de las formas
de organización independientes del partido. Critican el fracaso del partido a
la hora de hacer progresar la liberación de las mujeres. No obstante, sus
críticas no dejan de ser parciales. No proponen ningún programa económico y
social alternativo que permita al partido integrar realmente la liberación de
las mujeres en su programa, su teoría y su práctica. En 1930, Stalin suprime
los Genotdel y su publicación, Kommunitska.
A modo de conclusión
El estudio de la
revolución rusa nos permite captar mejor el vínculo que existe entre la lucha
por el socialismo y la lucha por la liberación de las mujeres. Así se puede ver
hasta qué punto la lucha por un movimiento autónomo de las mujeres se enfrentó
a la capacidad de resistencia de la ideología y de las estructuras familiares.
A menudo se ha dado la impresión de que, mientras el país era un Estado obrero
relativamente sano y democrático, cumplió sus compromisos hacia las mujeres y
de que solo con la degeneración de la revolución se deterioró la situación
también para las mujeres.
Sin embargo, el ascenso y
el declive de la democracia proletaria y del control obrero no coinciden con el
ascenso y el declive del movimiento de las mujeres. Habría sido posible una
aplicación diferente de la política de la NEP, pero ni dirigentes ni militantes
de base comunistas otorgaban suficiente importancia a las “cuestiones
relacionadas con la mujer” en los debates. Esta debilidad no está asociada
directamente a la contrarrevolución burocrática capitaneada por Stalin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario