jueves, 27 de febrero de 2020


El Tsunami del 9 de marzo presionó a las autoridades y empresarios a dar el día a las mujeres
Ismael Contreras          

Como se viene manifestando el apoyo al movimiento denominado: “El nueve ninguna mujer se mueve:  #UNDIASINNOSOTRAS. Paro Nacional 09 de marzo 2020” como un verdadero tsunami, crece día a día, pues más mujeres se suman a esta convocatoria, que fue iniciativa del Movimiento Feminista de Veracruz, Brujas del Mar.

Cabe señalar que las integrantes de Las Brujas del Mar retomaron la convocatoria mundial del colectivo Paro Internacional de Mujeres, también conocido como International Women’s Strike, dicho colectivo internacional de mujeres se reunió en el 2016 y convocó al primer paro internacional a efectuarse en el 2017; el paro fue acatado por mujeres de más de 50 países, con una presencia en más de 200 ciudades del mundo. 

Muchas mujeres: profesoras, trabajadoras del sector público e incluso empleadas de empresas particulares rompiendo el miedo se han venido sumando a la propuesta de las compañeras de Veracruz. La respuesta ha sido tan grande que se ha convertido en un verdadero Tsunami, que está causando estragos en los grupos políticos del país. Al grado que las autoridades de diversas universidades tanto públicas, así como privadas e incluso funcionarios gubernamentales no les quedó otra opción que declarar que las mujeres que quisieran apoyar el paro no tendrían ninguna sanción y que no habría ninguna represalia contra ellas.

Además de lo anterior 21 gobiernos estatales demagógicamente se "solidarizaron" con el paro, los cuales, cínicamente están dando el permiso para que las mujeres se ausenten de sus labores el día 9M.  Sabemos de antemano que en varios de estos estados históricamente la violencia hacia la mujer ha sido escandalosa; y los gobernadores no hace nada para acabar con esta ola de feminicidios y de mujeres violadas y ahora resulta que apoyan las causas feministas.

Igualmente queriendo subirse al movimiento los tradicionales sectores de derecha,  partidos políticos y los lideres de opinión están llamando al paro de labores. Esto esta causando gran preocupación entre los grupos de izquierda y progresistas ligados a AMLO o a Morena, ya que, al ver que sectores panistas y empresarios se han sumado a dicha convocatoria y están llamando a sus militantes a que acaten   #UnDiaSinNosotras, mencionan que las hordas derechistas se han montado en el movimiento y según ellos van a ser el sector que saque el mejor provecho del movimiento y que el afectado sería Andrés Manuel López Obrador, de ahí sacan la conclusión de que apoyar el paro es apoyar a la derecha. Es claro que estos grupos por proteger a AMLO y no mezclarse con la derecha se desligan del movimiento feminista.  

Estos supuestos izquierdistas en aras de no hacerle el juego a la derecha terminan paralizándose y haciendo a un lado el movimiento feminista. Cabe señalar que los familiares de las víctimas no les importa si una mujer o un dirigente del PAN o de cualquier grupo de derecha hace declaraciones de apoyo al paro, a ellas les importa que se haga justicia., que se castigue a los responsables de la violencia, a las mujeres que están en el movimiento les interesa denunciar al estado patriarcal y opresor que no hace nada para evitar la violencia de género. 

Estos grupos no entienden que la derecha, el PAN, los empresarios etc. son incapaces de dar respuesta a las demandas del movimiento feminista y si ahora demagógicamente llaman a acatar el paro. Los derechistas jamás estarían dispuestos a movilizarse para que las mujeres tengan el dominio total de su cuerpo; jamás llamarán a abrogar todos los entramados legales que impiden el aborto. La derecha jamás se movilizaría por tener comedores y lavanderías públicas y gratuitas para toda la población. El PAN, jamás llamaría a las mujeres a movilizaría para alcanzar un sistema público y gratuito de atención a los enfermos para que no sean las mujeres quienes se encarguen de cuidar a sus parientes delicados. La derecha jamás se va a movilizar para que las mujeres logren condiciones de igualdad salarial, entre otras demandas específicas de la mujer. Hay que señalarlo los grupos derechistas nacieron al amparo del estado patriarcal y no se pueden desligar de este sello que lo traen impregnado hasta en la médula de sus huesos.  

Por cierto, a pesar del supuesto apoyo que Obrador y Morena hacen al movimiento feminista, tampoco están de acuerdo ni lucharan por alcanzar las demandas arriba señaladas. El movimiento feminista se ha percatado que las declaraciones del Secretario de Educación en el sentido de que las mujeres que quieran faltar tendrán todo el apoyo de dicha dependencia, es una declaración que tiene toda la intención de tratar de hacer ver que supuestamente ellos también están con las luchas de las mujeres, pero que esto no es así en la realidad.        

Además de lo anterior, a estos grupos izquierdistas ligados AMLO y a Morena, se les olvida o no lo saben que el llamado al paro, como ya lo dijimos lineas arriba, fue convocado por colectivos feministas internacionales en 2016, buscando evidenciar la violencia social, legal, política, moral y verbal que actualmente sufren las mujeres en todo el mundo. El paro fue promovido por mujeres de más 50 países,. Y si bien es cierto que este año el colectivo Las brujas del mar hizo suya la convocatoria, el 9 de marzo pararán mujeres de muchos países, no solo las mexicanas. Acaso las mujeres de Argentina, España, Francia, Líbano etc. que también van a parar el 9M, están siendo manipuladas por la derecha. No, No, el llamado al paro el 9M es un llamado legitimo de las mujeres en el mundo, por eso no dejemos que la derecha sea la única que convoque y luego se cuelgue el milagrito de que es el sector que defiende a las mujeres.    

Cabe señalar que un gran acierto de la convocatoria fue que se abrió la posibilidad de discutir el problema feminista. Gran debate se está realizando sobre las implicaciones y alcances del paro, sectores de la derecha argumentan que el problema de la violencia hacia la mujer no es un problema de género sino un problema de personas buenas contra malas; otro sector viene planteando que el problema es político y hay que realizar acciones contundentes, marchas, mítines, paros e incluso tomas de instalaciones como lo están demostrando las estudiantes de bachillerato y universitarias.  

En ese sentido, el movimiento feminista en  las últimas semanas alcanzó lo que no se había podido hacer en múltiples reuniones, conferencia y movilizaciones: unir a las feministas en una gran acción concertada que permita echar abajo el machismo y el estado capitalista patriarcal. El movimiento por fin se ha agrupado en una demanda sentida por las mujeres y colectivos feministas: la lucha contra la violencia hacia la mujer. 

Es evidente que, la movilización de  las mujeres, junto con sus aliados, en las calles; defendiendo y exigiendo los objetivos fundamentales de su lucha: lograr su emancipación como mujeres, hará posible su triunfo. Sólo la lucha sin condiciones contra el patriarcado dominante y una clara defensa y definición de las demandas hará posible acabar con el estado capitalista patriarcal. 

Por lo anterior, las profesoras y demás sectores de mujeres deben sumarse al llamado de #UnDíaSinNosotras. El 9 de marzo debe ser un día donde las mujeres no vayan a trabajar, no salgan a la calle, no atiendan a su esposo, no hagan nada en la casa para que se visibilice las actividades que día a día realizan las mujeres y que no se toman en cuenta.

¡Sólo las mujeres organizadas lograran su emancipación!

¡Ni un Muerta más!

¡Por un país libre de violencia hacia las mujeres!

lunes, 24 de febrero de 2020

Lo que vivimos las mujeres en México es un retroceso de la humanidad: María Elena Ríos


La Jornada
Política

Nueve de marzo

Primera entrevista a 5 meses de que fue agredida
Lo que vivimos las mujeres en México es un retroceso de la humanidad: María Elena Ríos
En septiembre de 2019, la saxofonista oaxaqueña fue rociada con ácido, el cual quemó gran parte de su cuerpo // Mientras ella intenta recuperarse, el autor intelectual de la agresión continúa prófugo de la justicia
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▲ No tienen idea de lo que es tratar de reconstruirte, recoger cada pedazo de tu cuerpo todos los días y saber que ni siquiera así vas a recuperar lo que tenías antes, afirma María Elena Ríos en la entrevista con La Jornada.Foto Marco Peláez

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▲ María Elena es la cuarta mujer quemada con ácido que denuncia en México, y la primera en el estado de Oaxaca.Foto Marco Peláez

Blanche Petrich

Periódico La Jornada
Lunes 24 de febrero de 2020, p. 2
El saxofón de María Elena Ríos Ortiz quedó solitario y silencioso en un cuarto en Huajuapan, Oaxaca, con su estuche corroído por el ácido sulfúrico. Su dueña vive refugiada en otro lugar, dañada del cuerpo y del alma, como ella dice, buscando estar lejos del alcance del agresor que pagó 30 mil pesos a dos hombres, empleados suyos, para que vaciaran dos litros del químico más corrosivo en el rostro, los brazos y el pecho de esta joven.
Eso ocurrió el 9 de septiembre del año pasado. Han transcurrido cinco meses y en muchos momentos, en este tiempo, María Elena ha deseado haber muerto, porque no quiero, no acepto estar en este cuerpo doliente. Pero en otros momentos admite: Cuando una mujer quemada queda viva, no nos queda otra que ser fuertes. Y para mala suerte de Juan Antonio Vera Carrizal, mi agresor, yo quedé viva.
Male cumplió 27 años el 18 de febrero. Habla en entrevista por primera vez y transita por la historia de este sádico crimen de odio feminicida, a ratos bañada en lágrimas y por momentos con una determinación asombrosa. En ningún momento pierde la perspectiva del contexto. En cinco meses, desde que me pasó esto, 20 mujeres han sido asesinadas cada día. Esto que vivimos las mujeres ahora en México no es normal, es un retroceso de la humanidad, una falla en la evolución.
Recuerda que cada vez que ella planteaba el fin de la relación abusiva que tenía con Vera Carrizal (un hombre casado de 56 años, con hijos adultos, ex diputado del PRI, dueño de 16 gasolineras en Oaxaca y propietario de una radioemisora y varios portales de noticias en Huajuapan) él reviraba: Si eso es lo que quieres, no mereces vivir.
Ella no advirtió que él la estaba sentenciando: Y eso es lo que intentó, darme una muerte lenta vaciándome ácido. Pero para su mala suerte estoy viva, con mucho dolor, con mucha tristeza, pero cada día más fuerte. Porque no queda de otra. Y lo estoy logrando gracias a mis padres, a mi hermana Silvia, que se convirtió en una activista para defenderme, y a tantas voces de mujeres que se han alzado por mí, que sé que son mis amigas, aunque no conozca sus nombres ni sus caras.
La chiquita del saxofón
María Elena Ríos Ortiz, orgullosamente oaxaqueña, decide hablar, después de cinco meses de silencio. Ella determina los ángulos para que el fotógrafo y la camarógrafa de La Jornada hagan sus tomas y se arranca de un hilo con su narración, estrujando un clínex hasta dejarlo hecho migajas. A ratos se quiebra. Y junta sus pedazos para continuar.
Crecí en un pueblo muy bonito que se llama Santo Domingo Tonalá, cerca de un jardín de sabinos, jugando con el agua del manantial, cerca de la casa del general Lázaro Cárdenas, bañándome en el río Boquerón, comiendo el pan de mi tía Cristo. Desde muy pequeña mis papás me metieron a la orquesta del pueblo. Siempre quise tocar el saxofón, pero como era la más chiquita de la banda el maestro no me dejaba, decía que no lo iba a aguantar. Insistí tanto que al final me lo dio. Empecé a tocarlo alrededor de los ocho años. Estudiábamos en el bosque. Cada niño tenía su propio árbol. Así es como empecé a tener una identidad.
A los 18 años se fue a Puebla para estudiar ciencias de la comunicación en la BUAP. Ahí conoció a una muchacha que tocaba el violín y le habló del conservatorio de música del estado. Male acudió de inmediato a hacer exámenes. Cursó tres años del nivel técnico.
Ya con una licenciatura regresó a Huajuapan con la idea de buscar dónde tocar lo que a ella más le gusta, la música de banda oaxaqueña. Y por necesidad respondió a una solicitud de empleo para manejar la comunicación social de un diputado priista. Pero nunca dejé la idea de que yo quería dedicarme a la música. El plan era venirme a México para seguir mi carrera musical.
–¿Cómo se cruzó en tu vida este agresor?
–Cuando regresé a Huajuapan salió la oportunidad de trabajar con Juan Vera en lo que yo había estudiado, comunicación. Posteriormente se dio una relación con él. Hay personas que se atreven a criticarme y dicen que si me trataba mal por qué no lo dejaba. Pero una persona violenta como él es capaz de envolverla a una en un círculo de miedo. Yo estaba aterrada, entonces le hablaba bonito para que no me agrediera, para tenerlo contento, porque si no, me golpeaba, me empujaba.
“Destruyó mi autoestima: me decía que era fea, burra, zorra, puta. Y llegué a creerlo. Sobre todo, me agredía mucho con las cosas que a mí me gustaban. Decía que los músicos somos unos muertos de hambre y que la cultura no sirve para nada. Cuando yo lo que creo es que lo mejor de la vida es la música.
“Una vez me mandó llamar fuera del país. Ahí me di cuenta de que tenía relaciones con otras chicas más jóvenes que yo. Me agredió y en defensa yo le clavé las uñas. Entonces me amenazó con mandarme a la policía. Pude huir y regresar a México.
Cuando le dije que iba a romper con él, me dijo que eso lo iba pagar con Dios. Lo que nunca me imaginé fue que él se creía ese dios, con el derecho y el poder de destruir mi vida. Y sí, me la destruyó. No sólo a mí sino a mis padres y a mis tres hermanos. Y me destruyó justamente cuando decidí ser valiente, cuando empecé a creer en mí.
Todo duele
Detrás de la piel adolorida de Male, por encima de la depresión que ciertas mañanas la amarra a la cama y la enmudece, siempre aflora su solidaridad con las otras mujeres. “Todo duele. Y más duele cuando miro alrededor y veo que no soy la única, que hay muchas mujeres a las que matan por el solo hecho de ser mujeres. Yo no sé en qué punto se perdió el sentido común de la humanidad, en qué momento se empezó a creer que las mujeres valemos menos. Él siempre me lo decía: la mujer se hizo para estar en su casa, hacerle la comida a su hombre, cargar al niño con su rebozo. Yo no crecí con esa idea, pero fue tanto mi miedo que llegué a creer que sí, que yo valía menos.
“Hasta me siento avergonzada de ver a mis amigos y no sé por qué, si yo no tengo ninguna culpa. Simplemente cometí un error, el de pensar que este hombre no era tan malo. En eso me equivoqué. Pero ni siquiera por eso merecía que me rociaran así con ácido sulfúrico.
Por más vueltas que le doy no logro entender este tipo de repudio hacia las mujeres.
–Es una pregunta que nos hacemos muchas cuando vemos estas conductas inhumanas.
–Y tampoco entiendo por qué ahora yo y mis padres tenemos que estar refugiados. No debería ser así, las autoridades deberían hacer algo para que nosotros nos podamos sentir seguros. A la víctima no le corresponde dejar su casa. No fui yo la que cometió un delito. Esa desprotección en la que nos dejan es lo que nos hace sentir que nosotras tenemos la culpa de lo que nos pasó, que nosotros lo provocamos.
Violencia hospitalaria
–¿Quieres hablar de tu experiencia en el Hospital General de Oaxaca, donde estuviste internada tres meses?
–Estaba en una sala con otras mujeres muy enfermas. Y ellas casi siempre estaban solas. No debía estar expuesta así. Se me cayó la piel de la cara y el cuello, toda la piel del brazo derecho, las manos, el pecho, las rodillas. Varias de las cirugías que me hicieron ahí no sirvieron, los injertos se caían. Y eso pasa cuando hay bacterias.
Para empezar, ese hospital ni siquiera tiene la especialización de quemados, no tiene salas estériles, ni siquiera los baños están limpios. Mi mamá tenía que lavar con desin­fectante todo el baño para que yo pudiera entrar.
La abogada defensora de María Elena, Ana Katiria Suárez, presente en la entrevista, explica que ante la falta de recursos específicos para un caso como el de esta víctima, la Secretaría de Salud de Oaxaca, que encabeza Donato Casas, estaba obligada por ley a pedir apoyo a los institutos nacionales. No lo hizo hasta que la hermana de María Elena, Silvia Ríos, denunció públicamente e insistió. Fue hacia el cuarto mes que fue trasladada, después de firmar un convenio con las autoridades estatales en el que éstas se comprometen a proporcionar los insumos necesarios para el cuidado de la víctima, pero también obliga a la víctima a abstenerse de cualquier denuncia por negligencia u omisiones en contra de las autoridades hospitalarias.
Ya a punto de ser trasladada, María Elena recibió la visita de un cirujano que no era quien la atendía: “‘Doctor Salvador Aguilar’. Me gritó enfrente de las demás personas. Insistió en que me tenía que tomar fotografías de mi brazo quemado. Yo y mis papás hemos tenido mucho cuidado con eso, queremos proteger también mi cara y mi cuerpo, porque a mí me da pena así como está. Pero este doctor no tuvo consideración. Después me enteré de que él es el cirujano particular de mi agresor, porque he sabido que Vera se ha hecho varias cirugías plásticas para estirarse la piel y modificar su nariz. Entonces yo concluyo que le pasaba información al hombre que ordenó mi agresión, lo cual me pone en una doble desventaja, como víctima y como una persona expuesta todavía a sus acciones.”
El 14 de diciembre la joven fue finalmente trasladada en una ambulancia aérea al Instituto Nacional de Rehabilitación, al área de quemados. “Fue cuando realmente empezó mi tratamiento. Me hicieron varias tomas de piel de mis piernas para hacer nuevamente los injertos en los brazos y en el párpado. Así salvé el ojo. Llevo seis cirugías y faltan muchas más. Ahora estoy tomando casi todos los días rehabilitación, que es muy dolorosa. Y sé que, aunque pasen muchos años mi recuperación nunca va a ser total.
El espejo
Cuenta que una sola vez se ha visto en el espejo, “y con eso tuve suficiente, no tengo ganas de volverme a ver nunca, no me reconozco. Ésta no soy yo.
“Durante los primeros días en el hospital, cuando no me podía mover para nada, me preguntaba: ‘¿Cómo voy a poder dirigir así una orquesta?’ Truncaron mi vida, mis sueños. Son tantas las cosas que me dan vueltas en la cabeza. He llegado a pensar que la música fue mi maldición. Si yo no hubiera rezongado, como decía, si hubiera seguido con él, no me hubiera pasado esto. ¿Esto me pasó por ser valiente?”
Según la estadística que María Elena conoció, ella es la cuarta mujer quemada con ácido que denuncia en México y la primera en Oaxaca. Pero yo ya no sé si es cierto. ¿Cuántos casos no se denuncian? Muchas no se atreven porque la sociedad las critica, como lo han hecho conmigo.
–¿Criticarte a ti?
–En redes sociales de su entorno, en los medios locales. Dicen que yo me lo busqué. Yo pienso que ningún criminal en el mundo, ni siquiera él, merece que le hagan esto. Pero eso no quiere decir que no se haga justicia.
La forma en que me trataron las autoridades me hizo sentir como si yo no tuviera derechos, como que tendría que estar muy agradecida porque me están haciendo un favor enorme. Hasta ahora estoy entendiendo que no es así.
Ese lunes
–¿Quieres hablar sobre cómo fue ese día?
–Fíjate que una semana antes, al salir de la casa me encontré en la banqueta una cubeta llena de gusanos. Tuve la intuición de que fue él, que quería asustarme. Él hacía ese tipo de cosas.
“Había abierto una agencia de viajes en mi casa, vendía boletos de avión, ayudaba a la gente a tramitar sus pasaportes, pero justo esa semana fui a un curso de dirección de orquestas sinfónicas en la ciudad de Oaxaca. Al finalizar el curso, el sábado, alguien me llama y me pregunta que cuándo voy a abrir el negocio porque necesitan un pasaporte. Les di cita para el lunes a las 10 de la mañana.
“Ese día, cuando desperté, no sé si como un presentimiento, miré mis piernas y mis brazos y agradecí mucho a Dios por estar viva. Me fui muy contenta a trabajar. Cuando tocaron la puerta abrí y vi a un señor con ropa muy humilde, de huaraches, y llevaba un recipiente. Hasta pensé: ‘Pobrecito, ha de llevar su almuerzo’. Lo hice pasar y le ofrecí asiento. Me dijo que el pasaporte era para su mamá. Me di vuelta al escritorio y me senté para explicarle lo que se tiene que hacer cuando se pierde un pasaporte. Él se paró y de alguna manera limitó el movimiento de mis piernas y empezó a vaciarme el ácido en la cara.
“Empecé a sentir el ardor. Vi cómo se caían los pedazos de mi piel. Grité y corrí hacia el interior de la casa. Mi mamá salió y lo primero que hizo fue abrazarme, por eso ella también se quemó el pecho, los brazos y su abdomen. Cuando ella salió corriendo el hombre ya se había ido. En ese momento no había agua en la casa. Una vecina me dio una cubeta llena de agua y me la eché a la cara. Mis brazos ya estaban abiertos. Llamaron a una ambulancia.
“Mientras me subían a la ambulancia yo le llamé. Le dije: ‘Vinieron y me rociaron con ácido, Juan, fuiste tú’. Y él todavía se rio.”
La justicia
–¿Qué significa ahora la justicia para ti?
–Para mí, la única justicia sería que lo arresten de manera inmediata. Pero las autoridades me han hecho sentir muy vulnerable y sin fe. Han hecho sentir como un carpetazo más, como una quemada más. Los autores materiales ya están presos, Ruvicel, un albañil que fue el que me vació el ácido, y su papá, Ponciano, que vigiló la puerta. Cobardemente, Juan Vera y su hijo Antonio mandaron a otros a realizar lo que ellos quisieron hacer conmigo.
“No me hago muchas ilusiones con la procuración de justicia. Ahora sé que, como mujer rociada con ácido, como mujer que ha sufrido violencia, estoy olvidada. Como todas las demás. Veo por ejemplo lo que pasó con Ingrid Escamilla y me doy cuenta de que la sociedad no tiene simpatía real. Un ejemplo de esto es cómo alguna gente llama feminazis a las feministas.
Al principio, en el expediente de mi caso lo calificaron como lesiones, cuando en realidad se trató de una tentativa de homicidio. Pero hay muchos otros casos de chicas agredidas gravemente, con secuelas para toda la vida, y que quedaron simplemente calificadas como lesiones.
–Llama la atención cómo, a pesar de tu situación tan difícil, nunca dejas de hablar de las otras, de otros casos de mujeres agredidas.
–Esa conciencia no la tengo de ahora, la tuve siempre. Yo antes me pronunciaba mucho en contra del acoso callejero, porque no es normal. También siempre me pronuncié en contra de las expresiones que denigran a los indígenas o a la población negra. Ya antes de por sí tenía esa empatía, ahora mucho más.
–Eres muy fuerte.
–A veces. Pero las autoridades creen que porque estoy viva ya todo está bien. ¿Entonces tenía que morir para que me hagan justicia? No tienen idea de lo que es tratar de reconstruirte, recoger cada pedazo de tu cuerpo todos los días y saber que ni siquiera así vas a recuperar lo que tenías antes.
“Este es un proceso que va durar muchos años y consta de muchas cosas, de cirugías, de terapias. No sé qué hubiera hecho sin el apoyo de mis padres y mi hermana.
“Y justo cuando sentía que iba avanzando, la semana pasada él vuelve a agredir, ahora divulgando en los portales de noticias de Oaxaca –que lo encubren y defienden– comunicaciones mías, cosas muy privadas. No sé qué espera la fiscalía para geolocalizar desde dónde está haciendo esas filtraciones.”
–¿Tienes algún mensaje para el gobierno?
–Que se están viendo muy lentos. Necesitamos que se nos escuche, no nada más que nos oiga. Que nos miren. Necesitamos que los organismos de derechos humanos se involucren más, más fuerte. Que los organismos internacionales también volteen a vernos, porque el gobierno sólo va a actuar bajo presión.
–¿Dónde quedó tu saxofón?
–En Oaxaca. (Vuelven a correr las lágrimas.) Antes de venir lo quise abrir pero no pude, su estuche quedó todo salpicado y dañado por el ácido. Pero ahora escucho mucha música. De momento, Chopin. Me da mucha paz.
“En cuanto a volver a tocar… el tema es complejo, porque no por el hecho de que pueda hablar quiere decir que voy a poder volver a tocar. No sé si voy a tener la misma embocadura, si con estas cicatrices mi boca va a poder abrazar y amoldarse a la boquilla. Me pregunto si valió la pena estudiar tanto, cuando ahora ni siquiera tengo ganas de tocar mi saxofón.”

domingo, 2 de febrero de 2020


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EL PAÍS                                                        SOCIEDAD

REPORTAJE
El cerebro no puede con dos tareas a la vez
Un estudio demuestra la imposibilidad de hablar por el móvil y mantener la atención al volante

Nueva York 19 AGO 2001
La imagen de alguien que habla por el teléfono móvil mientras conduce su coche se ha convertido ya en cotidiana. Sin embargo, la normalidad de ese comportamiento oculta gravísimos riesgos de sufrir un accidente. Según un estudio científico realizado en Estados Unidos, el cerebro humano, pese a su probada capacidad de adaptación tanto al manejo de lo abstracto como de lo concreto, no puede asumir dos tareas simultáneas que requieran un cierto grado de complejidad. Forzosamente quien habla y conduce al tiempo acaba por ver mermada su atención: la actividad de su cerebro no resulta duplicada y, por tanto, el peligro de accidente se incrementa.

Los científicos tienen malas noticias para las personas que creen que pueden conducir un coche con destreza mientras mantienen una conversación por su teléfono móvil. El primer estudio de la actividad cerebral que emplea imágenes de resonancia magnética para comparar lo que sucede en la cabeza de las personas cuando se realizan tareas complejas y se pretende hacer dos cosas al mismo tiempo revela un hecho inquietante: parece ser que el cerebro tiene una cantidad limitada de espacio para dedicar a las tareas que requieren atención.

Según los autores de la investigación, cuando una persona intenta conducir en un momento de tráfico denso y al mismo tiempo charlar, su actividad cerebral no se multiplica por dos, sino que la cantidad de actividad cerebral que se dedica a cada una de las tareas disminuye realmente. En consecuencia, quienes realizan de manera simultánea dos tareas que exigen atención no hacen verdaderamente ninguna de las dos igual de bien que como lo harían por separado.

El estudio, publicado este mes en la revista estadounidense Neuroimage, ha sido dirigido por Marcel Just, catedrático de Psicología y director adjunto del Centro de Imágenes Cognitivas del Cerebro de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburg (Pensilvania). Aunque la investigación no examinó directamente la actividad cerebral de personas que estuvieran conduciendo y hablando, sí analizó tareas que se realizan utilizando regiones cerebrales similares, advierte Just. En una siguiente fase, está previsto estudiar el cerebro de las personas que utilizan un simulador de conducción mientras alguien les habla.

Jordan Grafman, un neurólogo del Instituto Nacional de Enfermedades Neurológicas e Infartos del hospital Betheseda (Maryland), señala que, aunque el estudio no abarca el uso de teléfonos móviles, resulta importante para la política oficial sobre tráfico. 'Los legisladores tienen que saber que el intentar hacer varias tareas a la vez acarrea un coste', dice Grafman.

Por su parte, Christof Kock, catedrático de Biología Cognitiva y Conductista del Instituto de Tecnología de California, afirma: 'Sin lugar a dudas, este estudio ha sido muy bien realizado. Después de todo, cuando uno quiere verdaderamente escuchar algo a fondo cierra los ojos para concentrarse, ¿no?'.

En los últimos años se ha hecho posible diseñar mapas de las áreas del cerebro relacionadas con las tareas de alto nivel cognitivo: así, podemos ya tener una visión de cómo trabaja el cerebro en actividades como el procesamiento de frases, la comprensión de párrafos, la formulación de estrategias, la planificación de varias acciones con anterioridad y la evaluación de la incertidumbre.

Cuando se realizan estas tareas mentales, los aparatos que obtienen imágenes del funcionamiento del cerebro pueden detectar las áreas que registran mayor actividad. Debido a que el cerebro activo utiliza más oxígeno, se pueden distinguir una serie de puntos calientes sobre un fondo que corresponde a las células menos activas.
Las regiones cerebrales activas se miden en vóxels, un volumen de tejido nervioso del tamaño de un grano de arroz. Cuando una parte del cerebro en particular está trabajando intensamente, se encienden más vóxels.

Investigaciones anteriores demostraron que cuando una sola zona del cerebro -por ejemplo el córtex visual- se ve obligada a afrontar dos cosas al mismo tiempo, tal como seguir la pista a dos objetos, se produce menos activación cerebral que cuando se observa una sola cosa cada vez, indica Just.

El nuevo estudio pretendía, por tanto, descubrir si sucedía algo semejante cuando dos tareas muy distintas se realizaban simultáneamente en diversas partes del cerebro. La respuesta en principio no era evidente, según Just. Podía ocurrir que ambas tareas se realizaran de forma independiente y activasen el doble de espacio en el cerebro. O podía suceder que ambas actividades compitieran por el espacio cerebral y activasen un grupo de células distinto e imprevisible.

Just y sus colaboradores eligieron dos tareas concretas para el estudio. Una era la comprensión del lenguaje, que se lleva a cabo en el lóbulo temporal del cerebro. Para la otra tarea había que hacer girar objetos en el espacio, un proceso que tiene lugar en el lóbulo parietal.

Se escaneó el cerebro de 18 voluntarios mientras realizaban una tarea o ambas. Para uno de los exámenes escuchaban frases complejas como: 'Las pirámides eran lugares de enterramiento y son una de las siete maravillas del mundo antiguo', y tenían que decidir si las consideraban como verdaderas o falsas. Para la otra prueba se les mostraban distintos pares de figuras en tres dimensiones y se les pedía que las hiciesen girar mentalmente para decidir si eran o no iguales.

Más tarde, los voluntarios intentaron realizar ambas tareas simultáneamente y de forma igualmente concienzuda. Los investigadores confirmaron que ambas tareas se alojaban en partes distintas del cerebro. Así, la tarea del lenguaje, por sí sola, activaba 37 vóxels de tejido cerebral, principalmente en las regiones temporales, explica Just. En cuanto a la tarea de girar mentalmente las figuras, también activaba 37 vóxels, sobre todo en las zonas parietales. Pero, sin embargo, cuando se realizaban ambas tareas al mismo tiempo, los cerebros de los voluntarios no utilizaban la suma de ambas -es decir, 74 vóxels-, sino que sólo mostraban 42 de actividad.

La diferencia entre hablar personalmente y hablar por teléfono está en que el pasajero puede observar que la situación de la carretera ha cambiado y es probable que se calle, añade Just. Pero el interlocutor que está al otro lado de la línea telefónica no ve esos cambios y puede seguir charlando.

La utilización de un teléfono de manos libres no resuelve el problema de la incapacidad del cerebro para llevar a cabo dos tareas complejas al mismo tiempo. Y dado que no es posible prohibir la conversación con otro ser humano en los coches, la única alternativa se basa en la educación. La gente tiene que saber que su cerebro tiene un límite, a pesar de que estén bajo la ilusión de que la realización simultánea de múltiples tareas es la onda del futuro.