México
68. El Movimiento estudiantil y obrero. La unidad deseable.
Román Munguía Huato
La lucha estudiantil de
1968 –iniciada en julio y finalizada prácticamente con la matanza del 2 de
octubre– fue una lucha esencialmente por la democratización del país contra un
Estado muy autoritario y represivo durante décadas a toda manifestación social
que reivindicara libertades democráticas en los procesos electorales, en los
sindicatos, en las propias universidades, organizaciones campesinas y
populares. Esta masacre fue un crimen de Estado, al igual que la desaparición
de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. El corporativismo autoritario sindical
implantado a partir de los primeros años posrevolucionarios forma parte de las
estructuras del poder dominante burgués. Un ejemplo de tal corporativismo
patronal es la vigencia del charrismo sindical controlado por el Estado; y la
verdadera tragedia política es la ausencia del proletariado organizado de
manera clasista e independiente en la vida nacional.
El Movimiento del 68 no
nació espontáneamente, fue producto histórico de una larga cadena de luchas de
resistencia e insurrecciones obreras, campesinas, populares, populares, de
profesionistas como los médicos y estudiantiles, de huelgas e insurgencias
sindicales democráticas. En 1958, por ejemplo, aconteció un gran movimiento
sindical de los ferrocarrileros democráticos encabezado por Valentín Campa y
Demetrio Vallejo, quienes, entre muchos, fueron encarcelados por el gobierno de
Adolfo López Mateos. La represión fue brutal y tales dirigentes, en tanto
presos políticos, eran objeto de las peticiones del Movimiento del 68. De las
seis exigencias del Comité Nacional de Huelga de los estudiantes la primera era
por la libertad de los presos políticos. El Movimiento nunca fue una
insurrección revolucionaria pero si tenía alcances democráticos y libertarios
muy profundos de ahí la respuesta criminal del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz
con sus hordas militares y policiacas.
El 68 mexicano no estaba
ajeno a las turbulencias políticas y bélicas del mundo entero: la Guerra de
Vietnam, luchas de liberación nacional, la reciente Revolución cubana, la
invasión a Checoslovaquia por el ejército de la burocracia estalinista de la
URSS, etcétera. Una expresión anticapitalista en muchos países fue el
alzamiento de movimientos estudiantiles. ElMayo Francés fue el más
importante, pues este movimiento estudiantil logró tener el apoyo de casi diez
millones de trabajadores que se fueron a huelga general y estuvieron a punto de
tumbar al gobierno del presidente De Gaulle. El movimiento mexicano no pudo
obtener un apoyo significativo de los trabajadores porque el charrismo sindical
pudo mantener a raya las inconformidades y los anhelos democráticos de los
trabajadores. Cierto es que en muchas manifestaciones de protesta estudiantiles
y en el mismo 2 de octubre participaron pequeños grupos de ferrocarrileros,
electricistas, pero de manera fragmentada.
José Revueltas, escritor,
militante revolucionario y preso político por participar en esta lucha
estudiantil, escribió en su libro México 68. Juventud y Revolución:
“El Movimiento actúa aún bajo los efectos de la derrota que los ferrocarrileros
sufrieron en 1958-1959. Sometida la clase obrera y el resto de los grupos
sociales del país en los próximos 10 años, tocó principalmente a los
estudiantes del país en 1968, encabezar los anhelos de democracia nacional que
ningún otro grupo o clase social podía encabezar en esa coyuntura específica,
de ahí que ‘la conciencia colectiva nacional […] se exprese, a través del
movimiento del 68, con el lenguaje del proletariado, con el lenguaje de la clase
obrera’… Los estudiantes hablan, circunstancialmente, el lenguaje de la clase
obrera, pero no son la clase obrera, no pueden por lo tanto,
sustituirla en el proceso final de la liberación revolucionaria”.
Una de las consecuencias
directas de esta lucha heroica estudiantil fue la “insurgencia obrera” en la
década de los 70. Surgieron diversos sindicatos democráticos y la Tendencia
Democrática de los electricistas. Hoy más que nunca es necesario construir una
alternativa sindical y una organización política clasista para que –como
deseaba José Revueltas– el proletariado explotado y oprimido, unido con los
estudiantes, tenga una cabeza consciente para la liberación revolucionaria ¡2
de Octubre no se olvida!
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