sábado, 19 de noviembre de 2016

Colombia: ¿después del NO, qué?*


Ismael Contreras Plata

El resultado del plebiscito realizado, el pasado 2 de octubre, en Colombia para decidir si los ciudadanos daban su apoyo al proceso de paz que venía realizando el presidente Juan Manuel Santos con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), causó una verdadera conmoción internacional; pues en contra de todos los pronósticos ganó el NO. Esto dio pauta para que los sectores de la burguesía utraderechista colombiana dirigidos por Álvaro Uribe, se sintieran fortalecidos y celebraran con bombo y platillos dicho triunfo. Sin embargo, éste fue un triunfo de tan solo una mínima diferencia, pues los partidarios del NO obtuvieron 6.432.000, mientras que los partidarios del SÍ, alcanzaron la cifra de 6.377.000 votos; pero más de 21 millones de ciudadanos no fueron a votar. De manera que los resultados no se pueden leer de manera lineal, el problema es más complicado, ya que, únicamente dos de cada diez ciudadanos votaron en contra de los acuerdos de paz. A pesar de lo anterior, estos resultados abrieron una profunda incertidumbre política sobre cómo enfrentar el futuro inmediato; en efecto, el gobierno de Santos y los dirigentes de las FARC, junto con los observadores internacionales y los negociadores de la paz, de pronto se quedaron sin bandera y sin poder articular una respuesta acertada sobre las posiciones políticas de lo que sigue. 

La respuesta a la pregunta de por qué un importante sector de la población votó por el NO es compleja, pues existen una cantidad enorme de factores que hay que analizar. 

¿Por qué Santos, como representante de un sector de la burguesía, busca la paz? 

La burguesía industrial y un grupo importante de la pequeña burguesía que tiene pretensiones de ser parte de la gran burguesía e intenta aprovechar las pequeñas oportunidades que le otorga el neoliberalismo y la globalización, después de décadas de conflicto armado y de combatir a los grupos guerrilleros, incluso con un ilimitado arsenal y armamento equipado con las más sofisticadas tecnologías, se percataron que no podían dar un golpe contundente a las FARC y por ende no tenían posibilidades de derrotar militarmente a la guerrilla; pues ésta cuenta con decenas de miles de seguidores que se distribuyen prácticamente por todo el territorio colombiano e inmensos grupos de campesinos le han dado su apoyo. 

La violencia generalizada y la inseguridad constante que el conflicto genera hace difícil que la burguesía local e imperialista arriesguen sus capitales en inversiones en el país; lo que les imposibilitaba acceder libremente a las grandes oportunidades generadas por el neoliberalismo. En efecto, podemos afirmar que, bajo el modelo de explotación capitalista, el conflicto bélico es un obstáculo para que los grandes empresarios puedan acceder libremente a la explotación y saqueo de las inmensas riquezas naturales colombianas. Esto ocasionó que el proceso de paz fuera instrumentado por el sector de la burguesía proneoliberal representado por Santos, puesto que, este grupo de la burguesía, desde hace tiempo se percató que el gobierno se encuentra entrampado en un conflicto que no tiene para cuando acabar. Por eso este grupo de la clase dirigente intento fortalecerse dando una imagen de pacifista y negociador. 

De tal manera que Santos, desde hace cuatro años se dio a la tarea de establecer contactos con los dirigentes de las FARC y buscar acuerdos de paz. Desde que se iniciaron los acuerdos de paz, Santos ha pretendido que la guerrilla de las FARC se desmovilice y a mediano plazo deponga las armas para que se incorporaren a la vida civil y política. Lo que estuvo a punto de lograr, sin embargo, el voto por el NO, lo ha debilitado políticamente, por lo que está desesperado buscando nuevas estrategias políticas que le den credibilidad. El resultado del plebiscito, mostró la debilidad de Santos, pues mientras que logró integrar a casi todos los grupos políticos de Colombia, al gobierno cubano e incluso a representantes de la burguesía imperialista, nunca pudo sentar al sector de la burguesía ultrarreaccionaria encabezado por Uribe, en la mesa de negociación.

La burguesía ultra reaccionaria promovió mentiras contra los acuerdos de paz 

Por otra parte, es necesario señalar que la burguesía latifundista tradicional que dirige a un grupo de ricos ganaderos y de nuevos terratenientes que han hecho de la guerra su negocio para, escudándose en ésta, apropiarse de las tierras de los campesinos desplazados. Es decir, el robo, la expropiación de tierras y propiedades de campesinos, con el apoyo del Estado, del ejército y de grupos paramilitares han sido una constante por parte de este sector de la burguesía. Los reportes publicados en septiembre pasado por organismos internacionales, como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), mencionan que el conflicto armado ha costado más de 200 mil vidas y más de 7 millones 400 mil desplazados; la mayoría de éstos son campesinos que al huir de su lugar de origen abandonan sus tierras, mismas que rápidamente se las apropian los latifundistas y grandes ganaderos. 

Además de lo anterior, este bloque de la burguesía obtiene grandes beneficios económicos con sus transacciones y nexos con el narco; al cual protege con armamento militar y guardias blancas. En efecto, los latifundistas, junto con funcionarios del gobierno desde hace décadas han fomentado a los narcotraficantes al permitirles el uso de la infraestructura aeroportuaria nacional y el sistema de comunicaciones. En pocas palabras, los latifundistas y la burguesía ganadera han hecho de la guerra su modus operandi que les permite obtener grandes ganancias y la acumulación de capitales. 

Las Bandas Criminales 

Cuando se habla de violencia fuera de Colombia, frecuentemente se la asocia con los grupos guerrilleros de las FARC, no obstante, éste no es el principal motor de la violencia en Colombia, pues los grupos que más han sido acusados de violar los derechos humanos e incluso de asesinar a los dirigentes sindicalistas y luchadores sociales han sido los grupos de paramilitares y las Bandas Criminales (BACRIM); estos grupos hacen el trabajo sucio, de mantener amedrentados a los trabajadores. Pero los paramilitares y las BACRIM no surgieron de manera espontánea, más bien, es todo lo contrario. Es el sector uribista el que ha mantenido una estrecha relación con las bandas del crimen organizado. 

Cabe señalar que este grupo, cuando Álvaro Uribe fue el presidente colombiano, impuso una orientación política ultraderechista con respecto a las FARC. Santos, que fue el jefe del ejército en el gobierno de Uribe, cuando fue electo presidente, tomó distancias con respecto a la política ultraderechista de su antecesor. Por lo tanto, debido a que sus intereses están directamente ligados a la guerra, el grupo de Uribe sistemáticamente se opuso a llegar a un acuerdo por la paz con las FARC tal y como decidió Santos. Es así explicable por qué durante la campaña por el plebiscito propuesto por Santos, Álvaro Uribe se convirtió en el jefe de la movilización en favor del voto por el NO. Su campaña la basó en una ola de difamaciones y falacias; por ejemplo, constantemente mencionó que por medio de los acuerdos de paz (Véase recuadro adjunto) el gobierno se estaba asociando con criminales; que los acuerdos permitían la impunidad, y que la firma del convenio de paz permitía el triunfo del castrochavismo que controlaría a Colombia. Como podemos concluir en caso de que hubiera ganado el SI, este grupo saldría seriamente afectado en sus turbios negocios. Por eso Álvaro Uribe sistemáticamente ha bloqueado todo acuerdo de paz.


La degeneración política de las FARC, también favoreció el voto por el No 

Los miembros de la dirección y muchos militantes de base de las FARC han cometido una gran cantidad de graves errores, que podríamos calificar como aberraciones políticas; años de lucha armada y la vida en la clandestinidad fueron llevando a los miembros de la guerrilla a justificar la creciente descomposición, ligada a la búsqueda de prebendas y favores individuales, que se fue apoderando de sus filas. Además, la búsqueda de recursos para armarse y lograr sobrevivir como guerrilla les llevó a establecer nexos incluso con los líderes del narcotráfico y a cobrar impuestos a los terratenientes, incluso a los agricultores pobres, de ahí que grupos de campesinos y ciudadanos hayan visto con desconfianza que los miembros de las FARC se integren a la vida política y civil. 

Sobre todo, la guerrilla pronto se desligó de los objetivos políticos por los cuales surgió: la reforma agraria y derechos sociales para los campesinos, trabajadores y luchadores sociales, poco a poco se fueron haciendo a un lado; pues la lucha por la sobrevivencia era primordial. Las luchas por las demandas sociales pasaron a segundo término. Enfrentar una guerra, sin objetivos específicos no tenía, ni tiene, ningún sentido para las clases oprimidas y explotadas, por ello, muchos sectores de éstas desilusionadas por la guerrilla votaron por el NO o se abstuvieron de participar en el referéndum propuesto por el gobierno de Santos y las FARC. 

Como vemos en el recuadro, los acuerdos de paz únicamente tratan aspectos ligados al cese al fuego, a la seguridad, participación política de los miembros de las FARC; pero con respecto a los derechos de los trabajadores, las mujeres etc. no tienen una sola línea. Las demandas de estos sectores son totalmente ignoradas por los dirigentes de la guerrilla que pactaron la paz. Sin embargo, la guerra de la burguesía no sólo es contra los grupos armados, sino que también mantiene una política represiva y antidemocrática contra todos los trabajadores. 

En conclusión, los acuerdos de paz, no presentan ninguna salida real al deterioro económico y la falta de derechos sindicales y sociales de las clases explotadas y oprimidas de Colombia. 

Santos y la dirección de las FARC, se encuentran en una situación complicada, pues como mencionamos líneas arriba, el triunfo del NO, fue una victoria política para Uribe; por ello, Santos tiene que aceptar que participe en las negociaciones. Así la ultraderecha y su principal dirigente envalentonados impondrán condiciones más difíciles de cumplir. Las presiones de la ultraderecha le restan créditos políticos a Santos a pesar de haber recibido el Nobel de la paz. Mientras que, a los dirigentes de las FARC, les cuesta más trabajo mantener a sus bases desarmadas e inactivas. En ese sentido podemos afirmar que desde hace tiempo las FARC se autoliquidaron políticamente. 

Mientras tanto Santos, tiene que pactar con Uribe y aceptar que éste participe en las negociaciones. En tanto que los políticos burgueses colombianos zozobran en el fango de la corrupción y la polítiquería, los trabajadores y las clases explotadas y oprimidas tienen que buscar los mecanismos para organizarse en sus pueblos, comunidades, barrios escuelas y fábricas con los métodos políticos e ideológicos necesarios para forjar un gobierno de los trabajadores y campesinos que sea capaz de satisfacer las necesidades populares y logre que el derecho a la educación, el derecho a la salud, el derecho a una vivienda digna, el derecho a un salario digno se cumplan en el marco de una nueva Colombia independiente, igualitaria, democrática y socialista.

Publicado originalmente en Unidad Socialista. noviembre-dicembre 2016. núm. 63. 
Publicación de la Liga de Unidad Socialista

No hay comentarios:

Publicar un comentario