LA
CRISIS EN VENEZUELA Y SUS CONSECUENCIAS HISTÓRICO MUNDIALES
Liga de Unidad
Socialista y Partido Obrero Socialista
Los
trabajadores de Venezuela de la ciudad y del campo, los jóvenes universitarios
y, en general, el pueblo de este país están viviendo una situación
dramática. El desabasto de productos básicos y medicinas, la brusca caída
del poder adquisitivo de los salarios, el hambre, el desempleo, etc., conforman
una situación en la cual no han tenido más remedio que salir a las calles a
protestar airadamente y aun a saquear comercios. La oposición burguesa, también
enemiga acérrima de los trabajadores, intenta sacar provecho. Por toda
respuesta, el gobierno de Maduro, en una deriva cada vez más autoritaria, ha
optado casi siempre por la represión. El resultado son decenas de muertos y un
alto número de heridos y presos.
Los
trabajadores y el pueblo de Venezuela tienen derecho de recurrir a la
insurrección para deshacerse del gobierno de Maduro. Será la única forma en que
podrán defender sus intereses hoy amenazados y pisoteados. Al mismo tiempo,
deben impedir que se haga del poder la MUD (Mesa de Unidad Democrática) o
cualquier otra alternativa de derecha con el patrocinio del gobierno
imperialista de Washington. El objetivo debe ser impedir que se restaure el
viejo régimen oligárquico y sus políticas neoliberales. El pueblo trabajador y
sus aliados los oprimidos y explotados del país tienen la fuerza independiente
para gobernar el país suramericano a través de sus organizaciones sindicales y
populares democráticas, independientes y armadas.
En el fondo de esta crisis se encuentran pugnas entre clases sociales antagónicas así como entre fracciones de la clase dominante. Venezuela es un país que desde hace un siglo depende enteramente de la renta petrolera. Su clase capitalista, subordinada al imperialismo de Estados Unidos, mantuvo una estructura económica colonial a cambio de los enormes privilegios de que siempre disfrutó. La abrupta caída de los precios del petróleo terminó con todo esto. A partir del 2010, la lucha entre facciones de la burguesía por apoderarse de la renta petrolera, del poder del Estado y de los beneficios asociados a la importación de bienes y servicios, indispensable para una economía que no cuenta con la infraestructura necesaria para producir los bienes indispensables para un funcionamiento adecuado del país, se ha incrementado fuerte y drásticamente.
Luchan entre sí la burguesía ligada a la MUD y la “boliburguesía” asociada al actual gobierno del PSUV y de Nicolás Maduro. Esta lucha interburguesa nos retrotrae hasta el “Caracazo” cuando el pueblo de la capital protagonizó una insurrección que cimbró a Venezuela en 1989. Se puso en evidencia la crisis del régimen del bipartidismo burgués. Después de un golpe militar fallido de 1992, el coronel Hugo Chávez y su grupo militar y político triunfan en forma arrolladora electoralmente en 1998 e inician un periodo político y económico basado precisamente en una coyuntura de auge de la renta petrolera. Se instauró en Venezuela un régimen integrado por dichos militares, fracciones del empresariado y sectores reformistas de la izquierda, régimen calificado como «progresista» por amplios grupos de la izquierda latinoamericana encandilada por los adornos ideológicos de la quincallería teórica del «socialismo del siglo XXI».
En
esta pugna de fracciones burguesas, entre la antigua y desplazada oligarquía
(asociada a la derecha de la Mesa de Unidad Democrática) y la nueva y flamante
«boliburguesía», los intereses de los trabajadores no cuentan y ambas facciones
han tejido y siguen tejiendo redes que las conectan con los grandes capitales
internacionales y con las empresas imperialistas.
Los
gobiernos de América Latina con el ignominioso papel de servil lugarteniente de
Washington del gobierno de Peña Nieto, han cerrado filas y metido sus manos en
Venezuela para, en una maniobra injerencista típica, intervenir en la
“solución” de la crisis social, económica, política y moral a su favor. Sin
embargo, como se ha apreciado en días pasado en la reunión de la OEA en Cancún,
las contradicciones que enfrentan el gobierno de EUA y sus aliados, como el
secretario de Relaciones Exteriores Luis Videgaray, son muchas y no han podido
llegar a un acuerdo para hacer aún más descarado su intervencionismo. La razón
de esto es que Washington y sus aliados buscan una «solución negociada» con el
gobierno de Maduro. Lo que sucede actualmente en el país suramericano puede
conducir a una guerra civil con consecuencias desestabilizadoras en todo el
subcontinente. Ello pondría al desnudo la lucha de clases entre, por una parte,
las masas insurrectas de trabajadores y sus aliados; y, por la otra, el
gobierno de Maduro y los grupos burgueses que con el imperialismo a su lado se
opondrían frontalmente a la instauración de un poder anticapitalista.
Por
su parte, el gobierno venezolano de Maduro ha aplicado una estrategia orientada
a beneficiar a un sector de la burguesía, haciendo concesiones a empresas
imperialistas asociadas al mismo. Su presentación como partidario de un
discurso “socialista”, similar al discurso de algunos gobiernos “progresistas”
de América Latina, es sólo la cubierta útil para contener y confundir las
protestas de la población trabajadora y explotada.
Los
trabajadores no deben esperar nada bueno de estas corrientes
político-ideológicas. Sólo tomando en sus manos su propio destino podrán
resolver la crisis por una vía revolucionaria: organizar formas de poder
popular, expropiar a la burguesía y arrebatar los bienes que aquella utiliza
para enriquecerse a costillas de los trabajadores y ponerlos al servicio de la
sociedad. Los trabajadores venezolanos son los únicos que pueden superar
realmente está crisis construyendo su propia alternativa, su propia
organización revolucionaria que se enfrente a ambas fracciones burguesas e
imponga su poder. Ni la MUD, ni el gobierno de Maduro son capaces de enfrentar
profundamente la catástrofe que azota al país. Son los trabajadores venezolanos
y sus aliados naturales los oprimidos y explotados del país, los destinados
para marcar el rumbo hacia un verdadero sistema anticapitalista que se oponga y
aplaste a los dos bloques burgueses que han sumergido a Venezuela en su actual
situación crítica.
Los
revolucionarios socialistas de Venezuela, junto con los trabajadores, sin lugar
a dudas sabrán encontrar la ruta hacia una solución revolucionaria a la difícil
situación de crisis en que se debate su país. Y en este esfuerzo cuentan con
toda nuestra solidaridad, y seguramente la obtendrán de los trabajadores, de
los campesinos y jóvenes de Latinoamérica y del mundo.
Mucho depende de lo que está pasando en el país caribeño. Una derrota de las masas trabajadoras significaría el recrudecimiento de la ofensiva imperialista en todo el continente. Una victoria popular de las masas venezolanas será el más poderoso aliciente para la profundización de los procesos masivos contra los gobiernos neoliberales proimperialistas de toda Latinoamérica. El proletariado brasileño, el más grande y poderoso del subcontinente recibiría fuertes impulsos en su lucha contra el gobierno corrupto y represivo encabezado por el usurpador Michel Temer. Las repercusiones en Cuba serían también decisivas pues una Venezuela anticapitalista forjaría de inmediato una alianza con el pueblo cubano que impulsaría a éste a defender con más fuerza y vigor la propiedad estatal en la isla hoy tan seria y peligrosamente amenazado tanto por los dirigentes cubanos y su proyecto de adoptar el modelo chino, como por el presidente Donald Trump.
Ciudad
de México, 1° de julio de 2017.
Declaración
de la Liga de Unidad Socialista (LUS) y el Partido Obrero Socialista (POS).
Adhesiones individuales: Carlos Ferra Martínez y Ana María López, militantes de
la Coordinadora Socialista Revolucionaria (CSR)
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