martes, 4 de octubre de 2016

Luis González de Alba Roberto Escudero

Los días de González de Alba y Escudero

Manuel Aguilar Mora

Luis González de Alba y Roberto Escudero fueron la mancuerna dirigente principal de uno de los Comités de Lucha más dinámicos, combativos y decisivos del Movimiento Estudiantil Popular de 1968 (MEP). Luis amaneció muerto ayer 2 de octubre, aniversario de ese otro 2 de octubre, fecha icónica que marcó su vida como lo hizo a la historia de México de la segunda mitad del siglo pasado. Sólo un mes antes también Roberto encontró la muerte como consecuencia de un accidente fatal en su domicilio. Fue la conclusión de dos vidas que durante muchos años fueron paralelas y cuya trayectoria se inició en el Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras. Y fue en ese Comité, en el que Carlos Sevilla y yo nos integramos en 1967, cuando iniciamos con ellos una camaradería muy fructífera y fraternal.

Yo había terminado mi carrera en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales pero me resistía a abandonar el campus de San Ángel en esos días, días febriles que preludiaban lo que fue el sacudimiento que cambió definitivamente nuestras vidas y que Luis logró capturar en su libro esencial, Los días y los años, sobre el MEP de 1968. La Ciudad Univesitaria de San Ángel era un hervidero de actividades culturales y políticas, ante todo político-revolucionarias, de huelgas de hambre por los presos políticos, de toma de camiones, de ocupaciones de aulas para que surgiera la Preparatoria Popular, de manifestaciones contra la guerra de Vietnam, de discusiones interminables sobre la revolución de mayo en Francia y la cultural en China, sobre el destino de Cuba después del Che y sobre “el proletariado sin cabeza”. En efecto, Escudero era un amigo íntimo de José Revueltas. Pepe, como le decíamos, era también otro miembro del Comité, compañero de todos nosotros con quien ya desde antes de que se iniciara el MEP compartíamos tertulias de todo tipo.

Después de la toma del ejército de la CU y ante todo después de la masacre de Tlatelolco, la represión nos dispersó y sólo poco a poco volvimos a reencontrarnos algunos de nosotros. Luis el mismo 2 de octubre fue detenido y Revueltas un mes después. Escudero, con la policía tras su huellas, decidió irse como polizonte en un avión al Chile de Allende. Sevilla, Álvarez Garín, Eduardo del Valle, el combativo Búho, Gilberto Guevara y tantos otros pasaron tres años o más en Lecumberri. Otro México comenzó a surgir en la década de los setenta, un México heredero de las jornadas de 1968, desgraciadamente muy sobredetermindas por su fatal clausura en la cruel noche de Tlatelolco.

Roberto y Luis fueron los dos miembros delegados permanentes del Comité de la Facultad en el Consejo Nacional de Huelga. A veces eran acompañados por otro u otra compañera, pero ellos dos eran los representantes fundamentales. Ambos tenían un gran reconocimiento y ambos eran fieles exponentes de las amplias y largas discusiones que se realizaban en el Comité, muchas de ellas promovidas por Revueltas. A diferencia de Escudero, Luis no mantenía una amistad con áquel, de hecho en posteriores escritos ha sido muy crítico de la figura de Revueltas. En cambio éste siempre hizo todo lo posible por entregarnos los frutos de su experiencia vastísima en la izquierda y a Luis incluso le dedicó todo un ensayo de teoría literaria cuando leyó en Lecumberri el manuscrito de su libro.

En 1967 Luis presidía el comité de lucha de la Facultad que desde la huelga universitaria de 1966 había sustituido a la “sociedad de alumnos” tradicional. El mimeógrafo del comité no paraba ni un minuto. De él salían miles de hojas impresas de muchos boletines, incluso del que Sevilla y yo publicábamos a nombre de la Liga Obrera Marxista (LOM) con el nombre de Perspectiva Mundial. Ni Luis, ni Roberto pertenecían a la LOM o eran trotskistas, ni tampoco eran miembros de otros grupos que allí confluían. Ellos pertenecían al Grupo Miguel Hernández, un grupo estudiantil que en el propio nombre llevaba el signo de su carácter. La vocación de Luis era claramente literaria, aunque los candentes aires emanados de los vientos de esos días no lo distinguían de los demás activistas por completo politizados. En la ceremonia que se realizó en memoria del Che Guevara, con el auditorio Justo Sierra a reventar, le tocó precisamente a Luis proponer lo que era ya la idea que recorría a todos los allí reunidos, cambiar el nombre del auditorio por el de Ernesto Che Guevara. Y así quedó, “el Che” fue se convirtió en uno de los auditorios que en 1968 fue el lugar de inolvidables asambleas.

Fue también en el mimeo del Comité de Filosofía y Letras que se imprimió el Proyecto de Nuevo Programa del CNH que redactó una comisión presidida por Carlos Sevilla y que precisamente él debía presentar en la sesión del CNH pero que la ocupación militar de la CU le impidió realizar. En cambio, Sevilla acabó esa noche en Lecumberri de donde salió cuatro años después.

Carlos Sevilla también se fue hace unos años como ayer lo hizo Luis y hace más o menos un mes Roberto. Para Ángeles Mastreta y Héctor Aguilar Camín, íntimos amigos de Luis, éste con esa “libertad salvaje y bárbara” que lo caracterizaba decidió quitarse la vida y precisamente tenía que ser un 2 de octubre. Fue el final de una vida compleja. Como las de Escudero y Sevilla. Las casi cinco décadas pasadas desde 1968 han hecho estragos en muchos. Los ideales de ese año se erosionaron en muchos de sus protagonistas centrales.

Aunque México es muy diferente hoy a lo que era en 1968, todavía falta mucho para que los ideales de los activistas, los líderes y los mártires del 68 sean plenamente instaurados en nuestro país. Como los atroces acontecimientos que han marcado el gobierno de restauración priista de Peña Nieto lo prueban, la lucha de 1968 no terminó en Tlatelolco. Se ha ramificado por múltiples caminos y objetivos. Falta mucho para instaurar una verdadera democracia, la igualdad y la independencia en México. Y en última instancia los hechos y las ideas que movieron en 1968 a miles, cientos de miles de mexicanos y mexicanas siguen siendo vigentes y eso es lo que es imperecedero y quedará como lo mejor de la vida de los protagonistas de esas jornadas.


Ciudad de México, 3 de octubre de 2016

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