jueves, 18 de abril de 2024

 El mundo va a la guerra

Pablo Hiriart

  • Difícilmente encontraremos otra época con tantos locos o fanáticos gobernando al mismo tiempo: Putin, Kim Jong-un, Lukashenko, Netanyahu, Erdogan, Jamenei.. El Financiero, marzo 26, 2024 | 8:33 am hr  
  • Corremos rumbo a la tercera guerra mundial.Desde la invasión rusa a Ucrania, el gasto militar en el mundo desplazó al gasto en salud y en educación.
  • Un loco, Vladímir Putin, nos lleva al cataclismo nuclear del que “sólo sobrevivirán las cucarachas”, como adelantó Gabriel García Márquez.
  • El año pasado, el gasto militar global tuvo su mayor incremento (9 por ciento) desde el fin de la II Guerra.
  • Los países no estadounidenses de la alianza atlántica (OTAN) gastan 32 por ciento más en defensa que en 2014, cuando Rusia invadió Crimea, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres.
  • Una locura, pero es lo que hacen los locos y los fanáticos: locuras.
  • Difícilmente encontraremos otra época con tantos locos o fanáticos gobernando al mismo tiempo. Putin, Kim Jong-un, Lukashenko, Netanyahu, Erdogan, Jamenei, y tal vez por ahí venga Donald Trump, por sólo mencionar a los que son una amenaza global.
  • Para 2024, los miembros europeos de la OTAN destinarán 380 mil millones de dólares a gastos militares.
  • Es la primera vez en la posguerra que el gasto militar en la Europa aliada supera 2 por ciento de su producto interno bruto (PIB).
  • Polonia, Grecia, Finlandia, Rumania, Hungría, Gran Bretaña y los países bálticos tienen gastos militares históricos, por arriba de 2 por ciento de su PIB.
  • En 2023, Polonia tuvo el mayor incremento de su gasto militar que se recuerde, 3.9 por ciento de su PIB, por encima incluso de Estados Unidos.
  • ¿Gastan porque quieren?
  • No. Los polacos lo hacen porque su vecino, Rusia, amenaza con invadirlos luego de acabar con Ucrania.
  • Rusia dedica 6 por ciento de su PIB al gasto militar. Para este año, 2024, Putin aumentó en un 66 por ciento su gasto militar.
  • Japón, amenazado por otro loco, Kim Jong-un, rompió con su tradicional política de gasto militar mínimo y aumentó 13 por ciento de su gasto en defensa para el año fiscal 2024. Por encima de los 50 mil millones de dólares.
  • Con su plan quinquenal de aumento de gasto militar, los japoneses destinarán a ese fin 300 mil millones de dólares.
  • Así, el país que después de la II Guerra puso en su Constitución que sólo se armará en caso de estar en extremo riesgo, se convertirá en la tercera nación con mayor gasto militar, después de Estados Unidos y China.
  • ¿Enloquecieron los japoneses?
  • Desde luego que no. El loco es el dictador de Corea del Norte que prueba misiles atómicos para destruir a Japón.
  • El plan militar japonés, que rompe con los límites autoimpuestos a defensa, consiste en la compra de misiles de largo alcance. Debe hacerlo. Hay un loco que los quiere matar a todos, y tiene con qué.
  • Además, Japón se arma con misiles crucero Type-12 y Tomahawks de fabricación estadounidense.
  • Su industria militar desarrolla misiles hipersónicos, guiados, con alcance de tres mil kilómetros.
  • Gasta en un sistema de defensa antimisiles y barcos de guerra con radares Locked Martin SPY-7 para localizar los misiles que tienen trayectoria “de arco alto”, que son los usados por Corea del Norte, muy difíciles de detectar.
  • Junto con Estados Unidos, los japoneses desarrollan un sistema de intercepción de misiles hipersónicos que están en fase de fabricación en China, Rusia y Corea del Norte.
  • Tras la invasión rusa a Ucrania, los alemanes debieron adoptar un “cambio de paradigma” y el canciller Scholz anunció que Alemania tendrá el mayor ejército de los países europeos miembros de la OTAN.
  • Para este año fiscal, que empezó en marzo, Alemania va a destinar 73 mil 410 millones de dólares a gasto militar, equivalente a 2.01 por ciento de su PIB.
  • Las compras, por rubro, están reservadas, pero se conoce que los alemanes van a renovar su flota de helicópteros de carga pesada (comprarán 60, marca Chinook) y adquirirán un sistema de defensa aérea (el Arrow), con capacidad para interceptar misiles intercontinentales.
  • Rusia, según la Casa Blanca, desarrolla un arma nuclear que destruye, en el espacio, los satélites de comunicaciones.
  • El incremento atípico de los presupuestos militares es un preparativo de la guerra mundial.
  • Viviremos en riesgo de supervivencia mientras los votantes sigan eligiendo a locos para que los gobiernen, o se les dé trato de naciones con plenos derechos a las gobernadas por dictaduras.

 

 


Martes 5 de marzo de 2024Ver día siguiente

100 años de guerra contra               el pueblo palestino

 



 

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Contra el sionismo, contra el antisemitismo, por la humanidad*

 

Hace unos días, en una protesta ante la embajada de Israel, alguien lanzó consignas antisemitas. Era un provocador y fue aislado rápidamente. Sin embargo, el asunto es delicado porque el Estado sionista aprovecha el innegable recrudecimiento del antisemitismo tras la invasión de Gaza para justificar sus crímenes. Dicha narrativa se legitima a partir de un hecho histórico: los judíos han sido víctimas de una de las masacres más grandes de la historia, el holocausto (shoah en hebreo), llevado a cabo por los nazis en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Esto justificaría que los sobrevivientes se refugiaran en Palestina, región que, supuestamente, les pertenecía por razones históricas y teológicas.

Aquí es donde comienza el enredo porque el problema de Israel es doble: no solamente es impresentable su gobierno actual, sino también es cuestionable su legitimidad histórica. Según Netanyahu, los palestinos serían un puñado de gente sin historia que persiguen a los judíos tal y como lo hicieron los nazis en su momento. En estas condiciones, Israel no tendría más remedio que defenderse, si es necesario haciendo uso de la fuerza desproporcionada. Y claro, todos los que nos oponemos seríamos antisemitas o, para ser más precisos, antijudíos.

No obstante, resulta que entre los antisionistas hay muchos judíos. En Israel mismo, la nueva escuela de historiadores ha desmontado los mitos fundacionales del sionismo. Uno es la llamada diáspora, el supuesto exilio de los judíos tras la destrucción del segundo templo en Jerusalén (70 dC), cuando se habrían dispersados por el Mediterráneo. En La invención del pueblo judío (2008) y en La invención de la tierra de Israel (2012), Shlomo Sand, de la Universidad de Tel Aviv, muestra que dicha dispersión nunca ocurrió y que los romanos jamás los expulsaron.

Documentos a la mano, el historiador israelí evidencia que las comunidades judías que existieron y siguen existiendo en muchas partes del mundo son el producto de distintas oleadas de conversiones que se dieron a partir del siglo IV de la era cristiana y no de flujos migratorios procedentes de Palestina. Claro que había y hay judíos dispersos por el mundo; claro que fueron víctimas del antisemitismo, lo cual es una terrible mancha en la historia de la humanidad, pero sostener que el pueblo judío tiene derechos ancestrales sobre Palestina es tan absurdo como alegar que los budistas los poseen sobre la tierra de Siddhartha Gautama.

Por otra parte, dos arqueólogos, Israel Finkelstein, también de la Universidad de Tel Aviv, y Neil Asher Silberman, de Bélgica, al interrogarse sobre la fiabilidad de la Biblia, han mostrado que es un fascinante relato literario, pero de ninguna manera una fuente histórica creíble. Tras décadas de excavaciones en Israel, Líbano, Siria y Egipto, los dos científicos han comprobado que no hay evidencias de la existencia de los patriarcas, tampoco de la fuga de los judíos de Egipto ni de la conquista de Canaán. Menos aún se puede comprobar que David y Salomón reinaron sobre un extenso imperio ( La Biblia desenterrada, 2003).

En cuanto a la historia del sionismo, el historiador estadunidense de origen judío Lenni Brenner ( Sionismo y fascismo: El sionismo en la época de los dictadores, 1983), ha mostrado que, en los años 20 y 30, los principales dirigentes de la Agencia Judía negociaron incluso con Hitler y Mussolini para lograr sus objetivos. Y siempre es útil recordar que los primeros practicantes del terrorismo en Palestina fueron los integrantes de los grupos paramilitares judíos, antecedentes de las actuales Fuerzas de Defensa de Israel. Sin embargo, justo es reconocer que sólo una minoría de los judíos dispersos por el mundo eran sionistas. Brenner evoca la experiencia de la Unión General de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia, conocida como Bund, que a principios del siglo pasado se oponía a la emigración hacia Palestina e incitaba a luchar contra el antisemitismo y por el socialismo en los países de origen. En tiempos más recientes, el Matzpen, un pequeño partido comunista antisionista y antiestalinista, integrado por trabajadores palestinos y judíos, luchó contra la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel.     ¿Hubo alguna vez un sionismo de izquierda? Es innegable el espíritu humanista y utópico de, por ejemplo, Martin Buber y de otros que aspiraron a crear el socialismo libertario en Palestina. Contra el eslogan sionista de una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra, Buber pensaba en una tierra para dos pueblos y criticaba la política colonial de la dirigencia sionista. En 1947, en vísperas de la partición, señaló que la solución no era construir dos estados, sino una entidad sociopolítica binacional común. Tenía razón.

Empero, las de Buber siempre han sido posiciones minoritarias, incluso en la llamada izquierda sionista. Fue bajo la conducción del Mapai, el partido laborista, que se proclamó el Estado judío en 1948. Entonces, decenas de miles de palestinos fueron masacrados, mientras que entre 700 mil y 800 mil se vieron obligados a huir de sus hogares. Es lo que en el mundo árabe se conoce como nabka, o catástrofe, algo que explican muy bien el palestino Edward Said en La cuestión Palestina, pero también el judío Ilán Pappé en La limpieza étnica de Palestina. Una limpieza étnica, precisa Pappé, que se prolonga hasta la actualidad. Hace días, Ahvi Dichter, integrante del gabinete de seguridad del gobierno israelí, declaró sin tapujos que el Estado judío –el mismo que ha negado la nabka durante 75 años– ya puso en marcha la nabka 2023. Tal cual: 80 por ciento de la población de Gaza (2.26 millones de habitantes) ya tuvo que abandonar sus hogares en la peor catástrofe humanitaria desde 1948.

Y, sin embargo, como ha escrito el periodista Gideon Levy, es imposible mantener en la cárcel a 2 millones de personas sin pagar un precio cruel. Esa cárcel se tiene que desmantelar ahora mismo y, aunque parezca inverosímil, a largo plazo sólo la reconciliación entre judíos y palestinos que preconizaba el utopista Buber puede cambiar el destino de los dos pueblos. En 2009, la CIA de Estados Unidos vaticinó que Israel se desmoronaría en unos 20 años y ahora el Pentágono señala que el Estado judío podría sufrir una derrota estratégica en su guerra contra Gaza. La cuenta regresiva ha comenzado.

El antisemitismo es el socialismo de los idiotas

Auguste Bebel

Ponencia presentada en el encuentro Genocidio en Gaza, en el plantel del Valle de la UACM, el 6 de diciembre pasado


 



Ver día anteriorDomingo 10 de diciembre de 2023

 Siete mentiras sobre Palestina

 En 1937, durante la guerra de España en la que había participado brevemente como combatiente en la Columna Durruti, Simone Weil escribió que la humanidad estaba perdiendo los rudimentos esenciales de la inteligencia: las nociones de límite, medida, proporción, relación y conexión entre medios y fines. Por entonces ella registraba que el universo político estaba poblado de mitos y monstruos que envenenaban la vida social. En los mismos años, Orwell lanzó la advertencia de que en el futuro no habría más emociones que el miedo, la rabia y el autorrebajamiento; todo lo demás sería destruido. Ese futuro nos está alcanzando y lo que acontece hoy en Palestina lo evidencia de la manera más lacerante. Mientras nadie parece interesado en parar el genocidio, los grandes medios de comunicación dan forma a una narrativa fantástica que justifica el mal absoluto. Veamos.

Primera mentira. Lo que pasa en Gaza es una reacción legítima de Israel ante la acción terrorista de Hamas. Falso. La guerra contra el pueblo palestino no comenzó el 7 de octubre; tiene más de 100 años y ha provocado cientos de miles de víctimas palestinas. Empezó, por lo menos, desde el llamado acuerdo Sykes-Picot (1916) por medio del cual Reino Unido y Francia se repartieron el Cercano Oriente y siguió con la Declaración de Balfour (1917), con la cual la principal potencia colonial de la época selló su alianza con el movimiento sionista, a espaldas de quienes ahí vivían desde hacía milenios: los palestinos.

Segunda mentira. Palestina era una tierra vacía antes de la llegada de los colonos sionistas. Falso. A finales del siglo XIX, cuando empezó la ocupación sionista, había en Palestina unos 700 mil habitantes, 90 por ciento de los cuales eran musulmanes y los judíos no rebasaban 5 por ciento.

Tercera mentira. Sionismo no es colonialismo. Falso. El sionismo es una forma de colonialismo que se conoce como de asentamiento (en inglés settler colonialism). Se produce cuando colonizadores extranjeros invaden tierras ya habitadas por residentes indígenas, con el objetivo de eliminar a ellos y a sus culturas y remplazarlos con una sociedad de colonos. Algo parecido aconteció con los pueblos originarios de América del Norte, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda. Este tipo de colonialismo difiere del colonialismo clásico en algunos aspectos. Uno es que, a diferencia de los proyectos coloniales convencionales que se llevan a cabo al servicio de un imperio o una madre patria, aquí los colonos actúan por interés propio y lo que codician, más que mercados o recursos naturales, son territorios.

Cuarta mentira. Oponerse a Israel implica ser antisemita. Falso. Entre los judíos el antisionismo empezó con el sionismo mismo y sigue existiendo hoy. Los sionistas confunden de manera deliberada antisionismo, que es una postura anticolonialista, con antisemitismo, que es una ideología racista y antihumana.

Quinta mentira. Israel es la única democracia en Medio Oriente. Falso: 20 por ciento de la población de Israel es árabe (unos 2 millones de casi 10 millones) y no cuenta con los mismos derechos que los judíos. En realidad, Israel es una etnocracia, una sociedad en que los derechos humanos y políticos son determinados por el origen étnico de las personas.

Sexta mentira. La declaración 181 de la ONU (29 de noviembre de 1947) que recomendó la partición de Palestina en dos estados podía haber resuelto el problema de la convivencia entre árabes y judíos, pero los palestinos no la aceptaron. Falso. La declaración 181 exasperó el conflicto, porque entregó 56 por ciento de Palestina a 600 mil judíos que en ese momento representaban 32 por ciento de la población y eran dueños de 7 por ciento de la tierra. Apoyadas por sus respectivos seguidores, las dos superpotencias de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética, aprobaron la creación del Estado judío pisoteando los derechos del pueblo palestino. Todas las guerras que se han librado desde entonces se explican con este acto de injusticia inicial.

Séptima mentira. Israel no está perpetrando una limpieza étnica en Palestina, mucho menos un genocidio. Falso. La limpieza étnica es definida por Naciones Unidas como un crimen de lesa humanidad que consiste en la expulsión o desplazamiento forzado de una población étnica o religiosa de determinado territorio por motivos discriminatorios, con el objetivo de crear un área homogénea étnicamente o de eliminar la presencia de ciertos grupos étnicos en un área determinada. Esto es precisamente lo que hace Israel en Palestina. Por otra parte, la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 define el genocidio como “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: a) matanza de miembros del grupo; b) lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) medidas destinadas a impedir los nacimientos en el seno del grupo; e) traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

Y sin embargo resisten. Con su terca voluntad de vivir, los palestinos desafían la inteligencia artificial de Israel y las más fúnebres profecías de Weil y Orwell. Como escriben los redactores de la revista italiana La Tempesta, atrapados sin salida, blanco de bombardeos masivos, presas del hambre, la sed, las enfermedades, el infanticidio, la cimentación de los pozos, la destrucción de su cultura, hospitales y centros educativos, los palestinos ahí siguen, luchadores solitarios contra el primer genocidio inteligente de la historia.

Historiador italiano